El 13 de abril de 2025, en Lima, falleció Mario Vargas Llosa a los 89 años, dejando un legado que trasciende fronteras y géneros. Su obra, marcada por una incansable búsqueda de la libertad y una mirada crítica sobre el poder, lo consolidó como uno de los pilares del boom latinoamericano y una figura central en la literatura universal.
Por redacción Escarabajo Digital.
21 de Abril 2025
Nacido en Arequipa en 1936, Vargas Llosa vivió una infancia compleja, marcada por la ausencia y posterior reaparición de su padre, lo que influyó profundamente en su narrativa. Su primera novela, La ciudad y los perros (1963), basada en su experiencia en el Colegio Militar Leoncio Prado, rompió esquemas en la literatura peruana y obtuvo el Premio Biblioteca Breve.
A lo largo de su carrera, Vargas Llosa exploró diversos géneros y escenarios, desde la Lima convulsa de Conversación en La Catedral (1969) hasta la República Dominicana bajo la dictadura de Trujillo en La fiesta del chivo (2000). Su capacidad para retratar las complejidades del poder y la condición humana le valió reconocimientos como el Premio Cervantes (1994) y el Nobel de Literatura (2010).
Más allá de la literatura, Vargas Llosa incursionó en la política, postulándose a la presidencia de Perú en 1990. Aunque no resultó electo, su participación reflejó su compromiso con la democracia y la libertad. En 1993, adquirió la nacionalidad española y, en 2023, la dominicana, país que consideraba un ejemplo para América Latina y donde planeaba pasar largas temporadas.
Su relación con la República Dominicana se remonta a 1975, cuando filmó una adaptación de Pantaleón y las visitadoras en La Romana. Desde entonces, mantuvo vínculos estrechos con el país, que le otorgó la nacionalidad en reconocimiento a su obra y su conexión con la isla.
Tras su fallecimiento, el Gobierno español le concedió póstumamente la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, una de las pocas distinciones que aún no poseía. Su familia, respetando su deseo de discreción, realizó una ceremonia íntima en Lima, sin homenajes públicos.
En un emotivo elogio fúnebre, su hijo Álvaro Vargas Llosa destacó la honestidad y valentía de su padre, recordando su capacidad para pedir perdón y su incansable defensa de la libertad. "El dolor pasa, la belleza permanece", concluyó, citando a Renoir, y reafirmando que el diálogo con su padre continuará a través de sus obras.
Mario Vargas Llosa deja un legado imborrable en la literatura y el pensamiento contemporáneo. Su obra, que abarca más de seis décadas, sigue siendo una fuente de reflexión sobre la libertad, el poder y la condición humana, inspirando a generaciones presentes y futuras.
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