23 de Abril 2025
Cuando los candidatos a senadores, diputados, alcaldes y regidores eran elegidos por listas cerradas, en el seno de sus respectivos partidos, pudimos darnos el lujo de tener legisladores, alcaldes y regidores de indudable ascendencia moral y hasta de gran acervo técnico e intelectual. Es verdad que los hubo verdaderos torpes y hasta patanes sin escolaridad, de escasa educación y, aunque éstos a veces constituyeron la mayoría -cuestión atribuible mas a los niveles de educación de la población de entonces que al clientelismo-, entre ellos podía encontrarse, eso sí, a muchos que ceñían su proceder a mejores valores morales que algunos de hoy. O sea, habría que distinguir entonces entre torpes moralmente potables y torpes de escasos escrúpulos. Lo que, sin dudas, concede una ventaja apreciativa sobre aquellos en relación con éstos.
Hoy, el escenario -y el teatro completo- ha cambiado. El sistema de voto preferencial nos coloca a merced de “don Dinero” en lo relativo a la calidad representativa. Por tanto, no importa si tienes, o aún sin tenerlos, te sujetas a valores establecidos en nuestra comunidad moral, lo que importa es con cuánto cuentas para invertir en “la granja electorera”. Como resultado, nuestro Congreso viene poco a poco siendo minado por verdaderos rufianes, ya torpes, ya instruidos, que se sientan ahí a decidir por nosotros representando intereses de carteles mafiosos, de los que son miembros o propietarios. Y estos no nos representan a nosotros, representan en algunos casos los intereses del dinero sucio, en otros, el dinero de las castas de los riferos y “sindicalistas”, aquellos, chupasangres de los infelices, y estos, jefes de bandas de matones que asesinan para preservar el dominio de rutas en un sistema de transporte digno de “Roca Madre”.
Ante este estado de cosas, es de temer que “mas tarde sea más triste”. Se hace urgente que nuestra representación política digna asuma la responsabilidad que le hemos delegado. Los buenos, los sensatos tienen el deber patriótico de no permitir que nuestra democracia se rebaje a la anarquía. Distingamos, por favor, lo esencial de lo contingente. El día a día y sus contingencias podrían empujar hacia la cucuyera del olvido la esencia cualitativa de nuestra representación . En Escarbajo digital propugnamos por la eliminación del voto preferencial y su “carnal”, método D’ Hondt.
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