15 de Mayo 2025
El reciente encuentro entre los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, junto al actual presidente Luis Abinader, marca un hito sin precedentes en la política contemporánea de la República Dominicana. Esta reunión, celebrada en la sede del Ministerio de Defensa (MIDE) y enfocada exclusivamente en la crisis haitiana, envía un mensaje contundente: más allá de las diferencias partidarias, existe una voluntad nacional para enfrentar, de manera coordinada, la creciente inestabilidad en el país vecino.
El colapso institucional de Haití, agravado por el control territorial de bandas armadas en Puerto Príncipe, ha puesto en alerta a la comunidad internacional. No obstante, durante más de una década, organismos como la ONU y la OEA han fracasado en proveer soluciones efectivas. Esta incapacidad ha tenido un impacto directo en la República Dominicana, que se ha convertido en el principal receptor de la migración haitiana, enfrentando una presión sin precedentes en términos de seguridad fronteriza, salud pública, empleo informal y demanda de servicios básicos.
Frente a este panorama, el consenso político entre expresidentes dominicanos adquiere una dimensión histórica. Por primera vez en décadas, se plantea la construcción de una política de Estado sobre Haití, desligada de los intereses inmediatos de los gobiernos de turno. Esta postura eleva el perfil de la República Dominicana en los foros internacionales, al presentarla como una nación con una posición coherente y sostenida sobre la crisis haitiana.
Una de las implicaciones más relevantes de esta unidad es el fortalecimiento de la legitimidad del país al momento de aplicar medidas migratorias, restricciones fronterizas o reclamar una intervención internacional en Haití. Al tratarse de una postura consensuada entre líderes de distintas fuerzas políticas, las decisiones del Estado dominicano adquieren mayor peso y difícilmente pueden ser vistas como respuestas coyunturales o electoralistas.
Durante el encuentro, los expresidentes coincidieron no solo en la defensa de la soberanía nacional, sino también en la necesidad de impulsar un plan binacional enfocado en la seguridad fronteriza, el control del comercio informal, la lucha contra el tráfico de personas y el fortalecimiento de las instituciones en la frontera dominico-haitiana.
Se propuso además la creación de un comité permanente de seguimiento a la crisis haitiana, que funcionaría como órgano consultivo tanto para el gobierno actual como para las administraciones futuras.
La respuesta no se limita al ámbito político. Diversos sectores sociales y empresariales, incluyendo cámaras de comercio y asociaciones agropecuarias, han manifestado su respaldo a esta iniciativa y solicitado su inclusión en el diseño de políticas públicas sobre la frontera y la migración laboral haitiana.
Este enfoque multisectorial abre la puerta a una política integral sobre Haití, basada en evidencia, planificación estratégica y objetivos de largo plazo. Elementos clave como el blindaje fronterizo, la modernización de los controles migratorios y la cooperación internacional con Estados Unidos y países aliados ya forman parte del nuevo enfoque estatal.
La expansión del muro fronterizo y el uso de tecnologías avanzadas para el monitoreo territorial dejan claro que el país se está preparando ante la posibilidad de un agravamiento del conflicto en Haití. Esta ya no es una respuesta improvisada, sino una estrategia de seguridad basada en inteligencia territorial y diplomacia activa.
La crisis en Haití seguirá representando uno de los principales desafíos para la estabilidad del Caribe, pero la unidad nacional expresada en este encuentro de líderes ofrece un nuevo punto de partida. Si se consolida como política de Estado, permitirá a la República Dominicana asumir un rol de liderazgo regional frente a un conflicto que amenaza con desbordar sus fronteras.
Este momento exige más que medidas de contención. Demanda coherencia institucional, visión estratégica y un firme compromiso con la estabilidad regional. La construcción de una política exterior dominicana consistente frente a Haití no solo es una necesidad geopolítica, sino también una garantía de desarrollo sostenible para la República Dominicana en los años venideros.
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